Lo primero, que es “bienestar”. El
diccionario nos define bienestar como: “Estado de la persona
cuyas condiciones físicas y mentales le proporcionan un sentimiento de
satisfacción y tranquilidad”.
La actividad física en el deporte.
La práctica deportiva o la
realización de ejercicio físico de forma regular y adecuada a nuestras
posibilidades tienen como consecuencia procesos sociales, físicos y mentales
que favorecen el desarrollo personal en múltiples facetas, ayudándonos también
mediante procesos hormonales a sentirnos mejor, más animados y vitales. Al
tratarse de un proceso intrínseco, metabólico y, como hemos dicho hormonal,
esta relación es directamente proporcional entre la práctica deportiva y la
consecución del estado deseado. Un buen estado de ánimo favorece el comienzo de
la práctica deportiva que, a su vez, facilita el desarrollo de la fuerza de
voluntad necesaria para adquirir un buen hábito, por supuesto la práctica regular
en si misma aumenta los niveles de felicidad y retroalimenta aún más nuestra
autoestima.
El motivo de este gran aumento no es
otro que los beneficios que nos aportan a niveles físicos, mentales,
personales, metabólicos y sociales. Existen muchos estudios que afirman que la
realización de deporte y actividad física, siempre acorde a nuestras
capacidades, influyen muy beneficiosamente en nuestro estado de ánimo y, por
tanto, en nuestro bienestar. Por ello es muy importante ponerse en manos de un
profesional titulado, que será quien nos marque el camino a seguir, teniendo en
cuenta nuestras peculiaridades personales.
Dichos estudios suelen analizar el
estilo de vida, entendiéndose como tal los hábitos que, de forma regular
realizamos y, analizados desde tres puntos de vista: la actividad deportiva, los
desplazamientos activos y las actividades físicas hechas en nuestro entorno
laboral y rutinario. El estilo de vida que se lleve está, íntimamente
relacionado, con nuestra percepción del bienestar.
Las conclusiones no dejan lugar a duda. Cuanto mayor y más adecuado es el nivel de ejercicio físico realizado, mayor es el nivel de bienestar percibido por las personas analizadas, sin tener en cuenta la edad, pero sí circunstancias personales similares. Por lo que podemos sentenciar que, el bienestar aumenta cuanto más adecuada es la actividad que se realiza, la mayor diferencia en la percepción del bienestar existe entre las personas que realizan y no realizan ejercicio físico.
Del mismo modo existe una clara
relación entre el ejercicio físico y la comunicación. Mientras que el hablar de
forma positiva de un resultado, a pesar de no ser todo lo bueno que se
quisiera, minimiza la pérdida de bienestar, mientras que hablar de forma
negativa de un resultado siempre mina nuestro bienestar. Esto se ve aumentado
cuando se trata de deportes colectivos, pues “la culpa” se reparte, pero en el
caso de deportes individuales, al recaer todo sobre unos únicos hombros, es una
muy pesada carga que nos limita.
Gracias y salu2.
Comentarios